Carnavales

Hacinas es una localidad burgalesa que cuenta entre otras bonanzas con una importante riqueza de tradiciones y festividades a lo largo del año. Uno de los más populares es la fiesta de carnaval.

Los orígenes del carnaval se remontan a la mitología Egipcia y Griega en honor al dios Dionisi, pasando luego a la época romana. Ya en el Renacimiento se celebraban en Roma o Venecia, pasando posteriormente a América.

En Hacinas estos festejos mantienen una simbología que les diferencia del resto de lugares y son: La Curra, La Tarasca y los Comarrajos. Además, se da la circunstancia de que este carnaval ha pervivido en el tiempo, incluso durante la guerra civil a pesar de las prohibiciones, manteniendo sus señas de identidad y siempre de forma pacífica.

Este evento de carnaval se celebra en Hacinas dependiendo de cuando caiga la celebración cristiana del miércoles de ceniza, siendo habitual que sea a mediados de febrero o principios de marzo y se realiza actualmente en dos fines de semana.

En el primer fin de semana el personaje principal es la Curra o “vaca romera”, que es un artilugio de madera a imitación del esqueleto de una vaca, revestido de cintas de colores, con cabeza, cuernos y cola de este mismo animal. Tras tener el permiso del consistorio municipal, la chiquillería organiza una jerarquía con un alcalde o alcaldesa y más mandamases que disponen los actos en los que ellos mismos portan la Curra por las calles. Piden por las casas de los vecinos una aportación de huevos o propina a la llamada de “Gallo, gallina para la tía Martina…” para luego celebrar con lo recogido una merienda y comida en fraternidad con todos los niños de la localidad y los pequeños que acuden.

El fin de semana siguiente, que es el previo al comienzo de la cuaresma cristiana, tiene lugar la aparición de la Tarasca de Hacinas. Su origen posiblemente es una alusión al monstruo de la ciudad francesa y/o a la representación del bien y del mal como lo son otras tarascas de otras localidades.

Aquí la Tarasca es un gran monstruo con una cabeza disecada de burro y cuyas fauces articuladas son accionadas desde el interior por un curioso artilugio que le hace emitir un ruido extraño con sus dientes. Este sonido es muy peculiar y es necesario oírlo para conocer su singularidad. Tiene orejas de hojalata y unos ojos brillantes. El cuerpo es un armazón de aproximadamente dos por dos metros. Dentro van cinco personas fuertes que le dan vida y lo trasladan a gran velocidad o de manera sigilosa. Va yendo de un lado a otro en busca de alguna presa que absorber al interior de este fiero dragón.

La tarasca hace su esperada aparición el sábado por la tarde, pero su escenario principal es el domingo a la salida de misa cuando reta a la gente, tratando de impedir que salga del recinto perimetral de la Iglesia. Luego, persigue velozmente a los no disfrazados por las calles del pueblo, o te sorprende al doblar una esquina, lo que sirve de regodeo o susto. También sale en la tarde sumándose a la gran animación de los asistentes que van disfrazados de diversas maneras o de Comarrajo.

Los Comarrajos son personajes peculiares, más o menos terroríficos, que hacen comparsa con la Tarasca. Llevan un atuendo con extraña careta o uno muy sencillo de labriego con dientes de patata y alforjas en las que portan algún elemento molesto como harina, serrín, ceniza, agua, o pelusos que echan a los viandantes para alterar su tranquilidad.

Estos alegres festejos son dignos de conocer. Participar en ellos garantiza el divertimento y la subida de adrenalina.